Mysteryland cierra un ciclo histórico con un espectáculo final de 800 drones y anuncia un nuevo concepto para 2027
El pasado fin de semana, la meca de los festivales de música electrónica en los Países Bajos, Mysteryland, bajó el telón de su última edición en su formato actual con un adiós que quedará grabado en la memoria colectiva. Tras reunir a 100 000 visitantes procedentes de 81 países, el festival concluyó con un espectáculo de clausura sin precedentes: 800 drones, fuegos artificiales, láseres, un diseño sonoro envolvente y una narrativa audiovisual centrada en el amor y la conexión, todo ello desplegado alrededor de la emblemática pirámide en un show inmersivo de 360 grados.
La despedida, coreografiada al milímetro, se extendió durante 15 minutos en los que el cielo de Haarlemmermeer se convirtió en un lienzo vivo donde las luces danzaban al compás de la música. Mysteryland, fiel a su papel pionero, volvió a demostrar que no solo se trata de programar a los mejores artistas del planeta, sino de crear momentos de comunión colectiva que trascienden la música.
Una edición marcada por la magnitud
Esta edición de Mysteryland no era una más. Desde su anuncio, se sabía que 2025 supondría el cierre de un ciclo, la última vez que el festival se presentaría en este formato icónico antes de tomarse un descanso creativo y volver en 2027 con un concepto completamente renovado. La organización apostó por hacer de este adiós una celebración de proporciones épicas.
El escenario principal, rediseñado en forma de arena, fue el más grande jamás construido en la historia del festival. Allí, decenas de miles de asistentes bailaron en la pista central mientras otros ocupaban los cuatro niveles que rodeaban la estructura, creando una sensación de estadio electrónico que reforzó la idea de comunidad.
Más allá de la arquitectura efímera, el elemento diferencial estuvo en el carácter inmersivo del festival. Los asistentes no solo contemplaron un show: lo vivieron desde dentro. La pirámide de Mysteryland, convertida ya en símbolo universal, fue nuevamente el corazón espiritual al que todos acudieron en la noche de cierre, formando un heterogéneo mar de cuerpos en movimiento, un mosaico global de 81 nacionalidades unidas por los bajos y los beats.
Un cartel que reunió a titanes de la electrónica
Musicalmente, el festival no escatimó en nombres. Los titulares del line-up reflejaron la diversidad de estilos que definen a Mysteryland desde hace décadas. El big room volvió a encontrar su fuerza con Hardwell, ídolo local de Breda y figura clave de la escena neerlandesa, mientras que el carismático FISHER devolvió el groove con su mezcla de tech house festiva.
El trance, género que marcó la identidad de Mysteryland en los años 90 y 2000, vivió un homenaje de altura con dos de sus iconos absolutos: Paul van Dyk y Eric Prydz, capaces de emocionar tanto a viejos devotos como a nuevas generaciones. El techno, por su parte, tuvo un protagonismo creciente gracias a figuras en auge como Indira Paganotto, cuya selección explosiva confirma su posición como una de las artistas más solicitadas del momento, y al mismo tiempo nombres de prestigio como Adriatique, SNTS y Patrick Mason, además del prometedor Benwal.
No faltó, además, una sólida representación urbana encabezada por Ronnie Flex y Broederliefde, que demostraron el peso de la escena hip hop y pop holandesa dentro del ADN de Mysteryland. La combinación fue un reflejo exacto de la filosofía del festival: ser un espacio inclusivo donde las ramas más dispares de la música contemporánea pueden convivir.
Los anfitriones: tradición y vanguardia
Otro de los sellos de identidad de Mysteryland es su capacidad para colaborar con colectivos y marcas que enriquecen la experiencia. Esta edición reunió a Woodstock ’69, el icónico club de playa de Bloemendaal, a la discoteca Shelter de Ámsterdam y a la novedad de ARTCORE, curada por Indira Paganotto. También hubo cabida para emisoras como Radio De Koperen Hond y veteranos como Trance Energy, Paardenrave o Nachtcollege. El resultado fue un mapa sonoro amplio que reflejaba la pluralidad de la escena actual, con espacios para los nostálgicos del trance clásico, los amantes del techno underground y los fans del urban más fresco.
Un final narrativo: el espectáculo total
El plato fuerte del fin de semana fue, sin duda, el show de clausura. En colaboración con AB InBev / BUD, Mysteryland ideó un espectáculo en el que todos los elementos técnicos se fusionaron en una sola narrativa. 800 drones surcaron el cielo desplegando figuras llenas de simbolismo en diálogo con los fuegos artificiales y los potentes haces de láser. Al mismo tiempo, pantallas de vídeo y un sistema de sonido diseñado para envolver a los asistentes creaban la ilusión de estar dentro de un universo paralelo.
La diferencia este año residió en la dimensión narrativa: el final fue contado como una historia sobre el amor y la conexión humana. La tecnología no fue fin en sí misma, sino el medio para transportar a la multitud hacia una experiencia emocional compartida. Como señaló su director creativo, Sander Vermeulen:
“Ya no se trata solo de la tecnología, sino de lo que sucede cuando todo encaja a la perfección”.
El futuro: Mysteryland 2027
Con esta edición llega también una nueva etapa para uno de los festivales pioneros de la electrónica mundial. Mysteryland no se celebrará en 2026, ya que el equipo se tomará un año sabático para rediseñar desde cero la experiencia. El regreso en 2027 promete un concepto renovado que, en la línea habitual del festival, volverá a desafiar los estándares y marcar el camino para el resto del circuito global.
Un cierre a la altura de su legado
Desde su primera edición en 1993, Mysteryland ha sido sinónimo de innovación y vanguardia, actuando como trampolín para generaciones de artistas y como laboratorio de ideas para la producción de festivales. El adiós de 2025, con un espectáculo final de proporciones inéditas, no solo despide un formato, sino que reafirma el espíritu visionario de un equipo que entiende la música electrónica como mucho más que música: como un espacio de unión.
Si algo quedó claro este fin de semana en los prados de Haarlemmermeer es que, aunque Mysteryland haya cerrado un capítulo, lo mejor aún está por escribirse. El 2027 marcará un nuevo inicio. Y, como siempre, el mundo entero estará mirando.